LOYNAZ, POETISA EN TÚNEZ
Por Luis Machado Ordetx
El féretro de Dulce María Loynaz, la premio Cervantes 1992, lo recuerdo bien, cubierto de la bandera cubana, la patria que siempre quiso y por la cual su padre, el Mayor General Loynaz del Castillo se lanzó a la manigua en la lucha contra el colonialismo español, viene como un asomo de alegría al saber que el miércoles 25 de noviembre de este año quedará abierta en Túnez una biblioteca que inscribirá en su fachada el nombre de la destacada poetisa iberoamericana.
Allí, señalan los cables de agencias de prensa Europeas, estará la Reina Sofía de España para develará una placa en el lugar que de de ahora en adelante constituirá una nueva institución cultural, iniciativa del Instituto Cervantes; y también irá la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, momento en que el investigador y crítico literario Pedro Simón, estudioso de la trayectoria de Dulce María Loynaz, hará disertaciones especiales e intervendrá en un coloquio sobre la autora de Juegos de agua. Verso del agua y el amor (1947), Jardín (1951), y de Un verano en Tenerife (1958), entre otros textos emblemáticos de la poetisa, quien falleciera en La Habana el 27 de abril de 1997, un domingo fatídico para nuestras letras nacionales.
El 10 de diciembre de 1902 nació en la capital cubana, y al poco tiempo fue bautizada como María de las Mercedes, y para la historia y las letras, sencillamente Dulce María, y a los 18 años publica en una imprenta habanera sus primeros versos; luego se hicieron incontenibles, perfilados; destilados de sabiduría y añoranza por la belleza de las cosas.
Desde entonces queda prendida del amor de Pedro Álvarez de Caña, un periodista enamorado de la fineza artística de la joven; estudia Derecho Civil y conoce de los días cubanos de Federico García Lorca, el granadino que va en busca de los escritos de Enrique, allá a la avecina Calzada, donde también reside el hermano menor de la poetisa.
Va la joven a los Estados Unidos; recorre España y se estaciona en Tenerife, sitio de encantamiento e inspiración literaria; hace versos, también periodismo y entabla amistad de regreso a Cuba con Gabriela Mistral; y en 1959 es electa Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, institución que incluso llegó a presidir, y después ingresará en la correspondiente de la Lengua Española, y pasa a ser una de las cinco mujeres que en ese entonces ocupa un sillón Académico. http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Loynaz/
Allí en su casona de Calzada, donde actualmente radica el Centro Cultural Dulce María Loynaz, es sitio obligado de la estancia de Juan Ramón Jiménez y de Zenobia Campubí durante el periplo cubano; allí va Carpentier y los más reconocidos escritores iberoamericanos que hacen viaje hacia La Habana.
El mediodía del viernes 23 de abril de 1993 está en Alcalá de Henares, el centro universitario, y en presencia de los Reyes de España Juan Carlos de Borbón y Sofía, recibe el Premio Cervantes; es ya una viejecita lúcida; encantada en sus 91 años de fructífera existencia; en sus manos descansa el Nobel de las letras hispanas; es la Gran Dama de América.
Su verso resplandece, se hace eco:
Isla mía, ¡qué bella eres y qué dulce!
Isla fragante, flor de islas:
Tenme siempre, deshoja una por una
Todas mis fugas. Y guárdame la última
Bajo un poco de arena soleada.
¡A la orilla del golfo donde todos
los años hacen un misterioso
nido los ciclones!
Allí, en el cementerio de Colón, en La Habana, en la tumba familiar, reposa su cadáver esta Reina del verso y las letras iberoamericanas; Señora de la poesía; a quien España rendirá el tributo que siempre merece, mas si su nombre lo distingue una institución cultural como la que quedará oficializada el 25 de noviembre de este año en Túnez.
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